diumenge, 25 de desembre del 2016
diumenge, 18 de desembre del 2016
dissabte, 17 de desembre del 2016
Dia 1328 – Mario Benedetti (93)
Recordant Mario
Benedetti (14/09/1920 – 17/05/2009)
De árbol a árbol
a
Ambrosio y Silvia
Los árboles
¿Serán acaso solidarios?
¿Digamos el castaño de los campos elíseos
con el quebrancho de entre ríos
o los olivos de Jaén
con los sauces de Tacuarembó?
¿Le avisará la encina de Westfalia
al flaco alerce de Tirol
que administre mejor su trementina?
Y el caucho de pará
o el baobab en las márgenes del Cuanza
¿Provocarán al fin la verde angustia
de aquel ciprés de la Mission Dolores
que cabeceaba en frisco
california?
¿Se sentirá el ombú en su pampa de rocío
casi un hermano de la ceiba antillana?
Los de este parque o aquella floresta
¿se dirán de copa a copa que el muérdago
otrora tan sagrado entre los galos
ahora es apenas un parásito
con chupadores corticales?
¿Sabrán los cedros del Líbano
y los caobos de Corinto
que sus voraces enemigos
no son la palma de Camagüey
ni el eucalipto de Tasmania
sino el hacha tenaz del leñador
la sierra de las grandes madereras
el rayo como látigo en la noche?
diumenge, 11 de desembre del 2016
diumenge, 4 de desembre del 2016
diumenge, 27 de novembre del 2016
diumenge, 20 de novembre del 2016
dijous, 17 de novembre del 2016
Dia 1323 – Mario Benedetti (92)
Recordant Mario
Benedetti (14/09/1920 – 17/05/2009)
Historias de fantasmas
Los dos
fantasmas, uno azul y otro blanco, se encontraron frente a la caverna
consabida. Se saludaron en silencio y avanzaron un buen trecho, sin pisarse las
sábanas, cada uno sumido en sus cavilaciones. Era una noche neblinosa, no se
distinguían árboles y muros, pero allá arriba, muy arriba estaba la luna.
- Es
curioso- dijo de pronto el fantasma blanco-, es curioso cómo el cuerpo ya no se
acuerda de uno. Por suerte, porque cuando uno se acordaba era para que
sufriésemos.
- ¿Sufriste
mucho?-preguntó el fantasma azul.
- Bastante.
Hasta que lo perdí de vista, mi cuerpo tenía quemaduras de cigarrillos en la
espalda, le faltaban tres dientes que le habían sido arrancados sin anestesia,
no se habían olvidado cuando le metían la cabeza en una pileta de orina y
excremento, y sobre todo se miraba de vez en cuando sus testículos.
- Oh-fue
la única sílaba que pronunció o pensó o suspiró el fantasma azul.
- ¿Y
vos?- preguntó a su vez el otro-¿También tu cuerpo te transmitía sufrimientos?
- No
tanto mi cuerpo sino el de los otros.
- ¿De
otros? ¿Acaso eras médico?
- No
precisamente. Yo era el verdugo.
El
fantasma blanco recordó que allá arriba, muy arriba, allá estaba la luna. La
miró sólo porque tenía necesidad de encandilarse. Pero la luna no es el sol.
Con una
punta de su sábana impoluta se limpió la brizna de odio. Luego se alejó,
flotando, blanquísimo en la niebla protectora, en busca de algún Dios o de la
nada.
diumenge, 13 de novembre del 2016
diumenge, 6 de novembre del 2016
diumenge, 30 d’octubre del 2016
diumenge, 23 d’octubre del 2016
dilluns, 17 d’octubre del 2016
Dia 1318 – Mario Benedetti (91)
Recordant Mario
Benedetti (14/09/1920 – 17/05/2009)
Ausencia de Dios
Digamos que te alejas definitivamente
hacia el pozo de olvido que prefieres,
pero la mejor parte de tu espacio,
en realidad la única constante de tu espacio,
quedará para siempre en mí, doliente,
persuadida, frustrada, silenciosa,
quedará en mí tu corazón inerte y sustancial,
tu corazón de una promesa única
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.
Después de ese dolor redondo y eficaz,
pacientemente agrio, de invencible ternura,
ya no importa que use tu insoportable ausencia
ni que me atreva a preguntar si cabes
como siempre en una palabra.
Lo cierto es que ahora ya no estás en mi noche
desgarradoramente idéntica a las otras
que repetí buscándote, rodeándote.
Hay solamente un eco irremediable
de mi voz como niño, esa que no sabía.
Ahora que miedo inútil, qué vergüenza
no tener oración para morder,
no tener fe para clavar las uñas,
no tener nada más que la noche,
saber que Dios se muere, se resbala,
que Dios retrocede con los brazos cerrados,
con los labios cerrados, con la niebla,
como un campanario atrozmente en ruinas
que desandara siglos de ceniza.
Es tarde. Sin embargo yo daría
todos los juramentos y las lluvias,
las paredes con insultos y mimos,
las ventanas de invierno, el mar a veces,
por no tener tu corazón en mí,
tu corazón inevitable y doloroso
en mí que estoy enteramente solo
sobreviviéndote.
diumenge, 16 d’octubre del 2016
diumenge, 9 d’octubre del 2016
diumenge, 2 d’octubre del 2016
diumenge, 25 de setembre del 2016
diumenge, 18 de setembre del 2016
dissabte, 17 de setembre del 2016
Dia 1312 – Mario Benedetti (90)
Recordant Mario Benedetti
(14/09/1920 – 17/05/2009)
Su amor no era sencillo
Los detuvieron por
atentado al pudor. Y nadie les creyó cuando el hombre y la mujer trataron de
explicarse. En realidad, su amor no era sencillo. Él padecía claustrofobia, y
ella, agorafobia. Era solo por eso que fornicaban en los umbrales.
diumenge, 11 de setembre del 2016
Dia 1311 – El curtmetratge de la setmana (231): “Here With Me” de The Killers
Video dirigit per Tim Burton amb la participació de Winona Ryder
i Craig Roberts.
Aquesta cançó pertany al quart álbum de la banda de Las Vegas, Battle Born, editat el 2012.
Etiquetes de comentaris:
Cançó,
Craig_Roberts,
Discos,
Música,
The_Killers,
Tim_Burton,
Video,
Winona_Ryder
diumenge, 4 de setembre del 2016
diumenge, 28 d’agost del 2016
diumenge, 21 d’agost del 2016
dimecres, 17 d’agost del 2016
Dia 1307 – Mario Benedetti (89)
Recordant Mario
Benedetti (14/09/1920 – 17/05/2009)
Once
Ningún padre
de la iglesia
ha sabido explicar
por qué no existe
un mandamiento once
que ordene a la mujer
no codiciar al hombre
de su prójima.
ha sabido explicar
por qué no existe
un mandamiento once
que ordene a la mujer
no codiciar al hombre
de su prójima.
diumenge, 14 d’agost del 2016
diumenge, 7 d’agost del 2016
diumenge, 31 de juliol del 2016
diumenge, 24 de juliol del 2016
diumenge, 17 de juliol del 2016
Dia 1301 – Mario Benedetti (88)
Recordant Mario
Benedetti (14/09/1920 – 17/05/2009)
El presupuesto
En
nuestra oficina regía el mismo presupuesto desde el año mil novecientos
veintitantos, o sea desde una época en que la mayoría de nosotros estábamos
luchando con la geografía y con los quebrados. Sin embargo, el jefe se acordaba
del acontecimiento y a veces, cuando el trabajo disminuía, se sentaba
familiarmente sobre uno de nuestros escritorios, y así, con las piernas
colgantes que mostraban después del pantalón unos inmaculados calcetines
blancos, nos relataba con su vieja emoción y las quinientas noventa y ocho
palabras de costumbre, el lejano y magnífico día en que su Jefe -él era
entonces Oficial Primero- le había palmeado el hombro y le había dicho:
“Muchacho, tenemos presupuesto nuevo”, con la sonrisa amplia y satisfecha del
que ya ha calculado cuántas camisas podrá comprar con el aumento.
Un nuevo
presupuesto es la ambición máxima de una oficina pública. Nosotros sabíamos que
otras dependencias de personal más numeroso que la nuestra, habían obtenido
presupuesto cada dos o tres años. Y las mirábamos desde nuestra pequeña isla
administrativa con la misma desesperada resignación con que Robinson veía
desfilar los barcos por el horizonte, sabiendo que era tan inútil hacer señales
como sentir envidia. Nuestra envidia o nuestras señales hubieran servido de
poco, pues ni en los mejores tiempos pasamos de nueve empleados, y era lógico
que nadie se preocupara de una oficina así de reducida.
Como
sabíamos que nada ni nadie en el mundo mejoraría nuestros gajes, limitábamos
nuestra esperanza a una progresiva reducción de las salidas, y, en base a un
cooperativismo harto elemental, lo habíamos logrado en buena parte. Yo, por
ejemplo, pagaba la yerba; el Auxiliar Primero, el té de la tarde; el Auxiliar
Segundo, el azúcar; las tostadas el Oficial Primero, y el Oficial Segundo la
manteca. Las dos dactilógrafas y el portero estaban exonerados, pero el Jefe,
como ganaba un poco más, pagaba el diario que leíamos todos.
Nuestras
diversiones particulares se habían también achicado al mínimo. Íbamos al cine
una vez por mes, teniendo buen cuidado de ver todos diferentes películas, de
modo que, relatándolas luego en la Oficina, estuviéramos al tanto de lo que se
estrenaba. Habíamos fomentado el culto de juegos de atención tales como las
damas y el ajedrez, que costaban poco y mantenían el tiempo sin bostezos.
Jugábamos de cinco a seis, cuando ya era imposible que llegaran nuevos
expedientes, ya que el letrero de la ventanilla advertía que después de las
cinco no se recibían “asuntos”. Tantas veces lo habíamos leído que al final no
sabíamos quién lo había inventado, ni siquiera qué concepto respondía
exactamente a la palabra “asunto”. A veces alguien venía y preguntaba el número
de su “asunto”. Nosotros le dábamos el del expediente y el hombre se iba
satisfecho. De modo que un “asunto” podía ser, por ejemplo, un expediente.
En
realidad, la vida que pasábamos allí no era mala. De, vez en cuando el jefe se
creía en la obligación de mostrarnos las ventajas de la administración pública
sobre el comercio, y algunos de nosotros pensábamos que ya era un poco tarde
para que opinara diferente.
Uno de
sus argumentos era la Seguridad. La seguridad de que no nos dejarían cesantes.
Para que ello pudiera acontecer, era preciso que se reuniesen los senadores, y
nosotros sabíamos que los senadores apenas si se reunían cuando tenían que
interpelar a un Ministro. De modo que por ese lado el jefe tenía razón. La
Seguridad existía. Claro que también existía la otra seguridad, la de que nunca
tendríamos un aumento que nos permitiera comprar un sobretodo al contado. Pero
el jefe, que tampoco podía comprarlo, consideraba que no era ése el momento de
ponerse a criticar su empleo ni tampoco el nuestro. Y -como siempre- tenía
razón.
Esa paz
ya resuelta y casi definitiva que pesaba en nuestra Oficina, dejándonos
conformes con nuestro pequeño destino y un poco torpes debido a nuestra falta
de insomnios, se vio un día alterada por la noticia que trajo el Oficial
Segundo. Era sobrino de un Oficial Primero del Ministerio y resulta que ese tío
-dicho sea sin desprecio y con propiedad- había sabido que allí se hablaba de
un presupuesto nuevo para nuestra Oficina. Como en el primer momento no supimos
quién o quiénes eran los que hablaban de nuestro presupuesto, sonreímos con la
ironía de lujo que reservábamos para algunas ocasiones, como si el Oficial
Segundo estuviera un poco loco o como si nosotros pensáramos que él nos tomaba
por un poco tontos. Pero cuando nos agregó que, según el tío, el que había
hablado de ello había sido el mismo secretario, o sea el alma parens del
Ministerio, sentimos de pronto que en nuestras vidas de setenta pesos algo
estaba cambiando, como si una mano invisible hubiera apretado al fin aquella de
nuestras tuercas que se hallaba floja, como si nos hubiesen sacudido a
bofetadas toda la conformidad y toda la resignación.
En mi
caso particular, lo primero que se me ocurrió pensar y decir, fue “lapicera
fuente”. Hasta ese momento yo no había sabido que quería comprar una lapicera
fuente, pero cuando el Oficial Segundo abrió con su noticia ese enorme futuro
que apareja toda posibilidad, por mínima que sea, en seguida extraje de no sé
qué sótano de mis deseos una lapicera de color negro con capuchón de plata y
con mi nombre inscripto. Sabe Dios en qué tiempos se había enraizado en mí.
Vi y oí
además como el Auxiliar Primero hablaba de una bicicleta y el jefe contemplaba
distraídamente el taco desviado de sus zapatos y una de las dactilógrafas
despreciaba cariñosamente su cartera del último lustro. Vi y oí además cómo
todos nos pusimos de inmediato a intercambiar nuestros proyectos, sin
importarnos realmente nada lo que el otro decía, pero necesitando hallar un
escape a tanta contenida e ignorada ilusión. Vi y oí además cómo todos
decidimos festejar la buena nueva financiando con el rubro de reservas una
excepcional tarde de bizcochos.
Eso —los
bizcochos— fue el paso primero. Luego siguió el par de zapatos que se compró el
jefe. A los zapatos del Jefe, mi lapicera adquirida a pagar en diez cuotas. Y a
mi lapicera, el sobretodo del Oficial Segundo, la cartera de la Primera
Dactilógrafa, la bicicleta del Auxiliar Primero. Al mes y medio todos estábamos
empeñados y en angustia.
El
Oficial Segundo había traído más noticias. Primeramente, que el presupuesto
estaba a informe de la Secretaría del Ministerio. Después que no. No era en
Secretaría. Era en Contaduría. Pero el jefe de Contaduría estaba enfermo y era
preciso conocer su opinión. Todos nos preocupábamos por la salud de ese jefe
del que sólo sabíamos que se llamaba Eugenio y que tenía a estudio nuestro presupuesto.
Hubiéramos
querido obtener hasta un boletín diario de su salud. Pero sólo teníamos derecho
a las noticias desalentadoras del tío de nuestro Oficial Segundo. El jefe de
Contaduría seguía peor. Vivimos una tristeza tan larga por la enfermedad de ese
funcionario, que el día de su muerte sentimos, como los deudos de un asmático
grave, una especie de alivio al no tener que preocuparnos más de él. En
realidad, nos pusimos egoístamente alegres, porque esto significaba la
posibilidad de que llenaran la vacante y nombraran otro jefe que estudiara al
fin nuestro presupuesto.
A los
cuatro meses de la muerte de don Eugenio nombraron otro jefe de Contaduría. Esa
tarde suspendimos la partida de ajedrez, el mate y el trámite administrativo.
El jefe se puso a tararear un aria de Aida y nosotros nos quedamos —por esto y
por todo— tan nerviosos, que tuvimos que salir un rato a mirar las vidrieras. A
la vuelta nos esperaba una emoción. El tío había informado que nuestro
presupuesto no había estado nunca a estudio de la Contaduría. Había sido un
error. En realidad, no había salido de la Secretaría. Esto significaba un
considerable oscurecimiento de nuestro panorama. Si el presupuesto a estudio
hubiera estado en Contaduría, no nos habríamos alarmado. Después de todo, nosotros
sabíamos que hasta el momento no se había estudiado debido a la enfermedad del
jefe. Pero si había estado realmente en Secretaría, en la que el Secretario —su
jefe supremo— gozaba de perfecta salud, la demora no se debía a nada y podía
convertirse en demora sin fin.
Allí
comenzó la etapa crítica del desaliento. A primera hora nos mirábamos todos con
la interrogante desesperanzada de costumbre. Al principio todavía preguntábamos
¿Saben algo? Luego optamos por decir ¿Y? y terminamos finalmente por hacer la
pregunta con las cejas. Nadie sabía nada. Cuando alguien sabía algo, era que el
presupuesto todavía estaba a estudio de la Secretaría.
A los
ocho meses de la noticia primera, hacía ya dos que mi lapicera no funcionaba.
El Auxiliar Primero se había roto una costilla gracias a la bicicleta. Un judío
era el actual propietario de los libros que había comprado el Auxiliar Segundo;
el reloj del Oficial Primero atrasaba un cuarto de hora por jornada; los
zapatos del jefe tenían dos medias suelas (una cosida y otra clavada), y el
sobretodo del Oficial Segundo tenía las solapas gastadas y erectas como dos
alitas de equivocación.
Una vez
supimos que el Ministro había preguntado por el presupuesto. A la semana,
informó Secretaría. Nosotros queríamos saber qué decía el informe, pero el tío
no pudo averiguarlo porque era “estrictamente confidencial”. Pensamos que eso
era sencillamente una estupidez, porque nosotros, a todos aquellos expedientes
que traían una tarjeta en el ángulo superior con leyendas tales como “muy urgente”,
“trámite preferencial” o “estrictamente reservados”, los tratábamos en igualdad
de condiciones que a los otros. Pero por lo visto en el Ministerio no eran del
mismo parecer.
Otra vez
supimos que el Ministro había hablado del presupuesto con el Secretario. Como a
las conversaciones no se les ponía ninguna tarjeta especial, el tío pudo
enterarse y enterarnos de que el Ministro estaba de acuerdo. ¿Con qué y con
quién estaba de acuerdo? Cuando el tío quiso averiguar esto último, el Ministro
ya no estaba de acuerdo. Entonces, sin otra explicación comprendimos que antes
había estado de acuerdo con nosotros.
Otra vez
supimos que el presupuesto había sido reformado. Lo iban a tratar en la sesión
del próximo viernes, pero a los catorce viernes que siguieron a ese próximo, el
presupuesto no había sido tratado. Entonces empezamos a vigilar las fechas de
las próximas sesiones y cada sábado nos decíamos: “Bueno ahora será hasta el
viernes. Veremos qué pasa entonces”. Llegaba el viernes y no pasaba nada. Y el
sábado nos decíamos: “Bueno, será hasta el viernes. Veremos qué pasa entonces.”
Y no pasaba nada. Y no pasaba nunca nada de nada.
Yo estaba
ya demasiado empeñado para permanecer impasible, porque la lapicera me había
estropeado el ritmo económico y desde entonces yo no había podido recuperar mi
equilibrio. Por eso fue que se me ocurrió que podíamos visitar al Ministro.
Durante
varias tardes estuvimos ensayando la entrevista. El Oficial Primero hacía de
Ministro, y el jefe, que había sido designado por aclamación para hablar en
nombre de todos, le presentaba nuestro reclamo. Cuando estuvimos conformes con
el ensayo, pedimos audiencia en el Ministerio y nos la concedieron para el
jueves. El jueves dejamos pues en la Oficina a una de las dactilógrafas y al
portero, y los demás nos fuimos a conversar con el Ministro. Conversar con el
Ministro no es lo mismo que conversar con otra persona. Para conversar con el
Ministro hay que esperar dos horas y media y a veces ocurre, como nos pasó
precisamente a nosotros, que ni al cabo de esas dos horas y media se puede
conversar con el Ministro. Sólo llegamos a presencia del Secretario, quien tomó
nota de las palabras del jefe —muy inferiores al peor de los ensayos, en los
que nadie tartamudeaba— y volvió con la respuesta del Ministro de que se
trataría nuestro presupuesto en la sesión del día siguiente.
Cuando
—relativamente satisfechos— salíamos del Ministerio, vimos que un auto se
detenía en la puerta y que de él bajaba el Ministro.
Nos
pareció un poco extraño que el Secretario nos hubiera traído la respuesta
personal del Ministro sin que éste estuviese presente. Pero en realidad nos
convenía más confiar un poco y todos asentimos con satisfacción y desahogo
cuando el jefe opinó que el Secretario seguramente habría consultado al
Ministro por teléfono.
Al otro
día, a las cinco de la tarde estábamos bastante nerviosos. Las cinco de la
tarde era la hora que nos habían dado para preguntar. Habíamos trabajado muy
poco; estábamos demasiado inquietos como para que las cosas nos salieran bien.
Nadie decía nada. El jefe ni siquiera tarareaba su aria. Dejamos pasar seis
minutos de estricta prudencia. Luego el jefe discó el número que todos sabíamos
de memoria, y pidió con el Secretario. La conversación duró muy poco. Entre los
varios “Sí”, “Ah, sí”, “Ah, bueno” del jefe, se escuchaba el ronquido
indistinto del otro. Cuando el jefe colgó el tubo, todos sabíamos la respuesta.
Sólo para confirmarla pusimos atención: “Parece que hoy no tuvieron tiempo.
Pero dice el Ministro que el presupuesto será tratado sin falta en la sesión
del próximo viernes...”
dimecres, 13 de juliol del 2016
Dia 1300 – Pues
Etiquetes de comentaris:
Fotografia,
Natura,
Plantes
diumenge, 10 de juliol del 2016
diumenge, 3 de juliol del 2016
divendres, 1 de juliol del 2016
Dia 1297 – Summer and rain
Etiquetes de comentaris:
Fotografia,
FujiFilm,
Pluja
dijous, 30 de juny del 2016
Dia 1296 – Boris Pahor, la lucidesa als 102 anys
El passat 27 de juny, l’escriptor eslovè Boris Pahor (Trieste, imperi austrohongarès, 26 d’agost de 1913) fou el protagonista de la jornada que l’Atlantida Film Festival –un projecte de Filmin– li dedicà amb la projecció del documental Boris Pahor: Retrato de un hombre libre, dirigida per Fabienne Issartel.
Desprès de la projecció, Pahor reflexionà sobre Europa i els temps actuals, sobre les recents eleccions generals a l’estat espanyol i sobre la memòria de l’holocaust durant la II Guerra Munidal.
Pahor és autor d’un grapat de llibres autobiogràfics. Fa uns anys Anagrama va publicar Necrópolis, el relat de la seva estada al camp de concentració de Natzweiler-Struthof.
Emili Manzano presentà l’acte que va tenir lloc a CineCiutat.
Boris Pahor i Emili Manzano |
Boris Pahor, la traductora i Fabienne Issartel |
Etiquetes de comentaris:
Atlantida_Film_Festival,
Boris_Pahor,
CineCiutat,
cinema,
Emili_Manzano,
Festival,
Filmin
diumenge, 26 de juny del 2016
dissabte, 25 de juny del 2016
Dia 1294 – “Historias del barrio. Caminos”
El 21 de juny fou la cloenda de la temporada 2015-2016 del Tast de llibres, la tertúlia literària
de la biblioteca d’Esporles, conduïda per Eulària Arlès i organitzat per Olga Terrasa.
Com és habitual, la darrera lectura s’acompanya de la visita de l’autor de
l’obra. En aquesta ocasió, vàrem poder compartir unes hores amb Gabi Beltrán i
Bartolomé Seguí per parlar de Historias del barrio. Caminos, un còmic que no va deixar indiferent a ningú.
El conèixer un escriptor és sempre una experiència molt enriquidora.
Etiquetes de comentaris:
Còmic,
Literatura,
Llibres,
Tast_de_llibres
diumenge, 19 de juny del 2016
divendres, 17 de juny del 2016
Dia 1292 – Mario Benedetti (87)
Recordant Mario
Benedetti (14/09/1920 – 17/05/2009)
Eso
Al preso
lo interrogaban tres veces por semana para averiguar «quien le había enseñado
eso». Él siempre respondía con un digno silencio y entonces el teniente de
turno arrimaba a sus testículos la horrenda picana.
Un día el
preso tuvo la súbita inspiración de contestar: «Marx. Sí, ahora lo recuerdo,
fue Marx.» El teniente asombrado pero alerta, atinó a preguntar: «Ajá. Y a ese
Marx ¿quién se lo enseñó?» El preso, ya en disposición de hacer concesiones
agregó: «No estoy seguro, pero creo que fue Hegel.»
El
teniente sonrió, satisfecho, y el preso, tal vez por deformación profesional,
alcanzó a pensar: «Ojalá que el viejo no se haya movido de Alemania.»
FIN
diumenge, 12 de juny del 2016
dijous, 9 de juny del 2016
Dia 1290 – Sense títol
Etiquetes de comentaris:
Blanc_i_negre,
Fotografia,
Minimalista
diumenge, 5 de juny del 2016
dissabte, 4 de juny del 2016
Dia 1288 – Escenes de carrer
Etiquetes de comentaris:
Carrer,
Fotografia,
FujiFilm,
Palma
diumenge, 29 de maig del 2016
diumenge, 22 de maig del 2016
dimarts, 17 de maig del 2016
Dia 1285 – Mario Benedetti (86)
Recordant Mario
Benedetti (14/09/1920 – 17/05/2009)
Por siempre
Si la
esmeralda se opacara,
si el oro perdiera su color,
entonces, se acabaría
nuestro amor.
Si el sol no calentara,
si la luna no existiera,
entonces, no tendría
sentido vivir en esta tierra
como tampoco tendría sentido
vivir sin mi vida,
la mujer de mis sueños,
la que me da la alegría...
Si el mundo no girara
o el tiempo no existiese,
entonces, jamás moriría
Jamás morirías
tampoco nuestro amor...
pero el tiempo no es necesario
nuestro amor es eterno
no necesitamos del sol
de la luna o los astros
para seguir amándonos...
Si la vida fuera otra
y la muerte llegase
entonces, te amaría
hoy, mañana...
por siempre...
todavía.
si el oro perdiera su color,
entonces, se acabaría
nuestro amor.
Si el sol no calentara,
si la luna no existiera,
entonces, no tendría
sentido vivir en esta tierra
como tampoco tendría sentido
vivir sin mi vida,
la mujer de mis sueños,
la que me da la alegría...
Si el mundo no girara
o el tiempo no existiese,
entonces, jamás moriría
Jamás morirías
tampoco nuestro amor...
pero el tiempo no es necesario
nuestro amor es eterno
no necesitamos del sol
de la luna o los astros
para seguir amándonos...
Si la vida fuera otra
y la muerte llegase
entonces, te amaría
hoy, mañana...
por siempre...
todavía.
diumenge, 15 de maig del 2016
Dia 1284 – El curtmetratge de la setmana (214): “Projekt ”
Projekt
Etiquetes de comentaris:
Animació,
cinema,
Curtmetratge,
Video
diumenge, 8 de maig del 2016
diumenge, 1 de maig del 2016
Dia 1282 – El curtmetratge de la setmana (212): “Beastie Boys: Fight For Your Right (Revisited)”
Etiquetes de comentaris:
Adam_Horovitz,
Alicia_Silverstone,
Bestie_Boys,
Elijah_Wood,
Hip_Hop,
Jack_Black,
Jason_Schwartzman,
John_C_Reilly,
Kristen_Dunst,
Laura_Dern,
Música,
Stanley_Tucci,
Susan_Sarandon,
Video,
Will_Ferrell
dilluns, 25 d’abril del 2016
Dia 1281 – Un carrete al año no hace daño (Versión 5.0)
El 9 d'abril va tenir lloc l'edició número 5 d'Un carrete al año no hace daño, organitzat per Cata Loshuertos.
Un grapat d’aficionats a la fotografia (i algun professional)
agafarem les nostres càmeres analògiques i voltarem per Ciutat cercant motius
per capturar. Es va proposar fotografiar elements com: bicicletes, finestres
interessants, arbres, fonts i estàtues o escultures.
L’experiència fou molt agradable. Es va recuperar el ritual de
posar el rodet a la càmera, i la intriga de veure les fotografies fins que no l’has
revelades.
I vet aquí una mostra del resultat.
Etiquetes de comentaris:
Arbre,
Bicicleta,
Carrer,
Escultura,
Fotografia,
Fotografia_analògica,
Palma
Subscriure's a:
Missatges (Atom)